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Da: unirfuerzas@gmail.com
Data: 02/01/2009 5.44
A:
Ogg: "Programa de acción, campaña en acción"
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"Programa de acción, campaña en acción"
Respuesta de Jorge Arrate a carta de la Comisión Política de la Izquierda Cristiana
Santiago, 29 de Diciembre de 2008.
Compañer@s
Comisión Política
Izquierda Cristiana
Presente
Estimados compañeros:
Agradezco la invitación que me han hecho llegar para participar del debate programático que ha sugerido a Juntos Podemos Más y a otros grupos progresistas y que Uds. proponen desarrollar en el próximo tiempo
Aprecio sinceramente que dirijan esta invitación a alguien como yo que es afiliado de uno de los Partidos de la Concertación. Lo entiendo como un gesto político de altura y de claro entendimiento de la realidad política nacional. Millones de chilenos y entre ellos cientos de miles de socialistas y de ciudadanos progresistas han apoyado a la Concertación durante los últimos veinte años y es nuestro deber procurar que una gran parte de ellos reconozcan ahora filas en un nuevo proyecto progresista que se plantee como objetivos los cambios indispensables que la Concertación no ha podido o querido hacer.
Nunca concebimos la Concertación como una alianza inmutable y eterna. Siempre hemos sostenido que la manera de establecer una democracia plena en Chile y de atacar con eficacia las desigualdades sociales, económicas y culturales es la progresiva generación de un referente amplio que sostenga, sin exclusiones, un entendimiento programático que no signifique necesariamente compromisos de gobierno, entre la izquierda y el centro auténticamente democrático.
La Concertación ha hecho un aporte al restablecimiento de libertades esenciales, y también a la estabilidad de las variables macroeconómicas y a la generación de un sistema aún embrionario de protección social. Pero la democracia no es plena, sino incompleta, imperfecta, una semi democracia, que poco a poco se ha ido oligarquizando. Y la estabilidad ha sido acompañada de desigualdades ofensivas y crecientes. Hace veinte años prometimos "una patria para todos" y elaboramos un Programa que contiene importantes objetivos que aún no se han cumplido. La Concertación ha ido perdiendo fuerza, mística, decisión y se ha sumido en un mar de autoalabanzas y justificaciones.
La crítica que un sector de socialistas hemos dirigido a la Concertación no es un capricho súbito ni pasajero. Ha sido un ánimo autocrítico que se viene expresando desde comienzos de los años noventa, dentro y fuera del gobierno y muchas veces de manera pública. Las tempranas percepciones de “encapsulamiento” gubernativo que manifestó la dirección socialista ya en 1991, la autocrítica de los grupos que la prensa identificó como "autoflagelantes", las discrepancias internas en materias relativas a los derechos humanos, la detención de Pinochet en Londres y la política económica, el manifiesto "Chile entre dos derechas", cuyo autor fue el diputado Sergio Aguiló, y, entre otros, los documentos publicados bajo los títulos de "Enfrentar las desigualdades" y "La disyuntiva", testimonian esa creciente insatisfacción colectiva. Por eso decimos hoy, con fundamento, que la Concertación perdió la oportunidad de corregirse y no es una alianza capaz de establecer en Chile más democracia y justicia social.
Para lograr estos objetivos y construir una alternativa al neoliberalismo dominante, debemos unir fuerzas, políticas y sociales, tanto como lo permitan las condiciones reales. Sectores del Partido Demócrata Cristiano han expresado una suerte de objeción de principios a acuerdos que no sean estrictamente electorales con fuerzas de la izquierda que están fuera del Congreso. Se trata de una visión del todo incompatible con la que históricamente hemos sostenido los socialistas y también, en su momento, democristianos tan ilustres como Radomiro Tomic. A pesar de ello mi propio Partido no parece dispuesto a ejercer presiones decisivas que puedan poner en riesgo su actual alianza. Pudiera ser, pues, que los tiempos de un nuevo proyecto de “unidad social y política del pueblo” sean más largos que aquellos que desearíamos. Con mayor razón es preciso instalar un horizonte y también las bases de una propuesta política transformadora que aglutine fuerzas y teja un conjunto de movilizaciones, acuerdos y entendimientos para superar los desafíos del país actual.
Por un nuevo entendimiento popular y democrático
El desafío es dar un vuelco e ir más allá de los logros importantes obtenidos por su Partido y el Juntos Podemos Más. Sólo así se ganará en credibilidad y ánimo de victoria y podrá intentarse un acuerdo que convoque tanto al pueblo que ha votado por la Concertación, como a las organizaciones sociales y políticas de la izquierda excluida, y a la ciudadanía marginada, que anula el sufragio, vota en blanco o no se inscribe para así expresar su frustración y malestar. Se trata de construir un nuevo referente popular y democrático, un conglomerado amplio donde ojalá participen componentes representativos de todo el arco de la izquierda y el centro progresista.
Estas ideas, que he tratado de exponer al máximo públicamente, no son una convocatoria a "fundar" una izquierda. Hay partidos y agrupaciones que han resistido diecisiete años de dictadura y dieciocho de exclusión. No sólo tengo con ellos coincidencias, no sólo comparto su aspiración de no ser excluidos, sino que también los respeto y creo que pueden reclamar legítimamente el haber defendido con honestidad ideas de izquierda.
No se trata, tampoco, de construir una izquierda "más social", menos partidista, contra la izquierda histórica. Se trata de sumar, en el reconocimiento de diferencias, luchas y tradiciones para construir una alternativa progresista y popular para el siglo XXI. La cuestión fundamental, creo, es cómo generar una síntesis virtuosa, un entendimiento vivo capaz de ir superándose a si mismo en cada etapa.
El desafío es complejo: se trata de unir y organizar, sin afectar identidades ni diferencias legítimas, al mundo popular y democrático que se ha fraccionado por el accionar de las instituciones mercantislistas y por la ausencia de un horizonte de mediano y largo plazo. Aprecio la tarea que en esa dirección ha realizado su Partido y el Juntos Podemos Más, base indispensable para posteriores desarrollos. También aprecio, como señalé, el significado de su invitación que revela que Uds. también valoran aquello que los socialistas allendistas, afiliados o no al Partido Socialista, podemos aportar.
Las elecciones parlamentarias y presidenciales
La política está malherida. El mercado ha invadido todos los intersticios de la vida colectiva e incluso privada, entre ellos la política. La Constitución de Pinochet, cuyos pilares claves no han sido modificados, minimiza el Estado, sacraliza la propiedad, predetermina los resultados electorales, excluye a un alto porcentaje de chilenos de la vida pública e induce a millones a auto marginarse de la lucha electoral.
La democracia limitada ofrece, sin embargo, la oportunidad de las elecciones. Debemos sacar partido de la ocasión, por más que los mecanismos institucionales y los medios de comunicación dominados y hegemonizados por la derecha y el pensamiento único intenten imponer sus esquemas y reproducir sus intereses. De este modo, si bien la política está desprestigiada ante la ciudadanía, las próximas elecciones son un momento en que es posible expresar los mejores sentidos del quehacer político y de la lucha social.
Para hacer visible la opción recién delineada requerimos una candidatura presidencial y candidaturas parlamentarias fuertes, con capacidad de generar unidad y convocatoria. La derecha será enfrentada en primera vuelta presidencial por dos alternativas: una de centro, que propone continuidad con remozamientos, y otra de la izquierda, que propone que el país haga un giro hacia más libertad y justicia social. Ambas opciones debieran convenir un pacto parlamentario flexible y abierto a aquellas fórmulas que permitan terminar con la exclusión y construir mayorías parlamentarias para los casos en que exista coincidencia de propósitos. Si esta condición se cumple, cabría examinar un acuerdo de apoyo recíproco en los escenarios de segunda vuelta, fundados en acuerdos específicos sobre medidas legislativas y administrativas del gobierno electo y plazos para su cumplimiento.
La disposición de muchos socialistas y allendistas disconformes con la Concertación, entre ellas la mía, es contribuir a levantar esa candidatura de izquierda, como una opción amplia, plural y de claro perfil antineoliberal, pero que, al mismo tiempo, exprese desde ya su vocación de mayoría. Como Ud. sabe, he aspirado hasta ahora a ser candidato presidencial de esta izquierda amplia y a dar los pasos indispensables en coherencia con esta disposición. He luchado y lo seguiré haciendo en las próximas semanas para que el Partido Socialista corrija su política y se comprometa con una candidatura de un nuevo referente popular y democrático. Si bien es obvio que las perspectivas no parecieran favorables, mi acción me resulta moralmente indispensable y apunta, políticamente, a permitir el resurgimiento de la histórica definición de izquierda que es esencial a la identidad socialista.
Una candidatura de izquierda deberá determinar el mejor procedimiento para construir programa y el método para elegir su candidato. En esta última materia es claro que una primaria abre dimensiones de participación que no ofrecen otros sistemas. Pero todos sabemos que una primaria seria requiere de cuantioso financiamiento. Por otra parte, los méritos del método de primaria, como lo he dicho públicamente desde hace meses, sólo se manifiestan cuando se trata de una primaria limpia. He señalado que entiendo por tal un evento con financiamiento centralizado, con un espíritu constructivo y con un debate fluido y de alcance nacional organizado en común. Aquello que criticamos en las elecciones nacionales no puede aceptarse en primarias de izquierda.
Respecto al Programa, estimo que debe constituir una base que deberá perfeccionarse en la propia campaña. Esa base debiera recoger materias aún pendientes del Programa de 1989, cuando apoyamos el mismo candidato presidencial, y muchos de los planteamientos elaborados para el programa del Juntos Podemos Más en 2005. Un programa básico de una decena de puntos, como los que hemos mencionado en nuestros recientes documentos comunes "A Veinte Años del NO" y "Agotamiento, Lucha y Esperanza", puede unir fuerzas y desatar energías sociales y políticas con entusiasmo en torno a las grandes banderas que debemos proponer a la ciudadanía.
En cuanto al enorme universo de jóvenes no inscritos, creo que, aunque necesarios, son poco eficaces los llamados propagandísticos a inscribirse. Soy partidario de invitarlos a participar en una campaña de construcción de fuerza social y política. Recabarren "fundaba" en los lugares donde llegaba. Un diario, un sindicato, una seccional, una célula, un núcleo, una filarmónica, un centro cutural, un centro de mujeres. Ese debe ser un eje central de la campaña. Cada joven decidirá en ese marco si nos acompaña al acto de votar o no.
La campaña de 2009 es una gran ocasión para hacer de las elecciones un momento de síntesis: construir una presencia insoslayable y estratégica de la izquierda en Chile, enfrentar organizadamente la crisis financiera que comienza a golpearnos, en particular a los trabajadores y a los más débiles, y desarrollar organización social. Por eso propongo una campaña al viejo estilo, larga y trabajada, "fundadora" de fuerza social, de pequeñas o grandes organizaciones que permanezcan en la base cuando el perfume de las elecciones se extinga y quede siempre allí el de la lucha de todos los días por una sociedad justa. No tenemos dinero, pero tenemos voluntad y podemos tener nueva mística. Su resultado podría ser, pienso, una nueva presencia de izquierda que modifique claramente el escenario político actual.
En las campanas breves nuestros adversarios ejercen en plenitud su ventaja mediática y financiera. La nuestra es la mística y dedicación de nuestra gente y la única forma de desplegarla es con el tiempo suficiente. Requerimos un “Programa en Acción” y una “Campaña de Acción”. Para trabajar en esta línea acepto incorporarme a la iniciativa que la Izquierda Cristiana impulsa.
Estimados compañer@s:
He querido hacerles llegar estas líneas porque siento la necesidad de expresar con más formalidad conceptos que he señalado parcialmente en la prensa o que incluso han sido objeto de nuestro diálogo.
Nunca he pensado en ser candidato para negociar cargos de ningún tipo o privilegios personales. Tampoco he condicionado mis decisiones respecto a mi membresía socialista a pronunciamientos previos de mis eventuales apoyos. Por otra parte, es absurdo imaginar que pretendo tejer una "carrera política". Mi trayectoria como socialista está, en buena parte, ya escrita. Mi afán es luchar seriamente por un proyecto colectivo con impacto inmediato pero que madurará en tiempos que ahora no podemos determinar. Y quisiera hacerlo en la forma y el lugar donde más logre incidir con mis ideas y donde mayor sea mi aporte. Coincido en que los grandes objetivos de esta fase son romper la exclusión y reconstruir un actor de izquierda decisivo y de mayor magnitud y pluralidad que el que hoy existe. A veces pienso que no es fácil compatibilizarlos, pero permanece en mí la convicción que lo lograremos. Soy optimista. Creo que en nuestro esfuerzo común no es descartable una muy buena primera vuelta para la izquierda y quizá una batalla en la segunda… Es difícil, pero no es imposible.
Fraternalmente,
Jorge Arrate
Socialista
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1 commento:
Sono d'accordo con te,caro Felice;sostenere il mantenimento di un partito socialista in Cile è anche un modo di ricordarsi come il PSI avesse,buon anima,sempre presente lo scenario internazionale ed il senso delle solidarietà da manifestare:nel concreto e non in semplici parole.Ognuno della nostra generazione credo,porta con sè ricordi di iniziative di solidarietà verso i compagni spagnoli,cileni e greci.
Saluti socialisti
Paolo Bagnoli
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